Hagamos los pequeños Estados Unidos de Europa
Tomo
El tamaño de un país importa, sea para cuestiones de
economía, de diplomacia o, simplemente, de administración. Y el de los
Estados de la Unión Europea, demasiado pequeños a escala mundial, no se
adapta a la situación actual. ¿La solución? Aplicar a Europa el modelo
de Estados Unidos.
Alfred Heineken hizo algo más que fabricar cerveza. También
pensaba en cosas, como en el futuro de Europa y en cuál era la mejor
forma de evolucionar. "Propongo una Europa Unida de 75 Estados",
escribió en un panfleto publicado en el verano de 1992, "cada uno con
una población de entre cinco y diez millones de habitantes".
Heineken, un hombre creativo con mucho tiempo y dinero en sus manos, era famoso por sus ideas extravagantes. Y su idea sobre Europa cayó rápidamente en el olvido. Una pena. Porque 20 años después, es más actual que nunca.
Atrás quedó el tiempo en el que Alemania o Francia podían arreglárselas en solitario en la escena mundial y más aún si hablamos deLuxemburgo o Países Bajos. Por ello existen actualmente la OTAN, la UE y, de momento, una moneda única.
Observemos la lista de los países más grandes del mundo en términos físicos. El Estado miembro de la UE mejor situado en la lista es Francia, con el número 43. Rusia, el indiscutible número uno, es 26 veces más grande. Tanto China como Estados Unidos son 15 veces más grandes. Y ahora veamos la lista de países por población. Alemania, el país más poblado de la UE, es el número 16. China, el más poblado del mundo, tiene 16 veces más habitantes. India tiene casi 15 veces más habitantes.
Si la UE se considerara un país, sería el séptimo en la lista de los mayores países, y el tercero en la lista por su población. Y, tal y como no se cansan de repetir las autoridades de Bruselas, sería la primera en la lista de las mayores economías.
El progreso tecnológico siempre ha generado turbulencias políticas, en muchas ocasiones a costa de los que están en el poder. Internet, al igual que sucedió con la imprenta, ofrece a las personas acceso a la información y la capacidad de crear y distribuir, con lo que logran derrocar a las clases dirigentes de todos los lugares, no sólo en el mundo árabe.
Por ello los Estados están haciendo lo necesario para satisfacer a un pueblo cada vez más exigente y emancipado: descentralizar. Reino Unido, Alemania, Francia, España, Italia: en las últimas décadas todos han delegado poderes. Cuanto más cercano es el poder, más transparente, eficiente, democrático y responsable.
El Estado del bienestar europeo tiene múltiples funciones. Tiene que proteger su territorio del exterior, mantener el Estado de derecho, proporcionar sanidad, educación, cuidar de las carreteras y los bosques y, en mayor o menor grado, distribuir la riqueza.
El problema es que cada una de esas funciones tiene su propio tamaño óptimo y, a medida que el mundo cambia, siguen divergiendo. El resultado no es que el Estado ya no funcione, sino que no funciona bien. Como un bolígrafo tan grande como una escoba o tan pequeño como una astilla: quizás se pueda seguir utilizando, pero no es muy práctico.
Es una tendencia que continuará mientras la tecnología siga progresando. China y otros gigantes emergentes seguirán creciendo; los gobernados seguirán derribando a sus gobernantes. Y llegará un día (¿acaso no ha llegado ya?) en el que los Estados europeos actuales sean más perjudiciales que beneficiosos e interpondrán obstáculos innecesarios entre Bruselas y Barcelona.
No es una idea tan descabellada, la de los pequeños Estados Unidos de Europa. Tendríamos un Gobierno federal pequeño, elegido directamente y una serie de Gobiernos estatales locales y de tamaño similar, al contrario que en Estados Unidos. Podríamos influir en la escena global y al mismo tiempo decidir a nivel local si queremos permitir o no las corridas de toros o fumar marihuana. Se acabarían muchos de nuestros problemas actuales: el problema de encontrar el equilibrio entre los Estados grandes y los más pequeños, el del Norte que tiene que rescatar al Sur.
Heineken lo denominó "Eurotopía", una combinación de Europa y utopía. Era plenamente consciente del escepticismo que generaría su idea. Pero en situaciones radicales es necesario aplicar medidas radicales. Y tal y como van las cosas, prefiero una utopía a una distopía.
Heineken, un hombre creativo con mucho tiempo y dinero en sus manos, era famoso por sus ideas extravagantes. Y su idea sobre Europa cayó rápidamente en el olvido. Una pena. Porque 20 años después, es más actual que nunca.
Demasiado grande y demasiado pequeña
Se ha dicho en otras ocasiones, pero nunca ha sido más cierto que ahora: los Estados europeos son demasiado pequeños para los asuntos internacionales y demasiado grandes para el día a día.Atrás quedó el tiempo en el que Alemania o Francia podían arreglárselas en solitario en la escena mundial y más aún si hablamos de
Observemos la lista de los países más grandes del mundo en términos físicos. El Estado miembro de la UE mejor situado en la lista es Francia, con el número 43. Rusia, el indiscutible número uno, es 26 veces más grande. Tanto China como Estados Unidos son 15 veces más grandes. Y ahora veamos la lista de países por población. Alemania, el país más poblado de la UE, es el número 16. China, el más poblado del mundo, tiene 16 veces más habitantes. India tiene casi 15 veces más habitantes.
Si la UE se considerara un país, sería el séptimo en la lista de los mayores países, y el tercero en la lista por su población. Y, tal y como no se cansan de repetir las autoridades de Bruselas, sería la primera en la lista de las mayores economías.
Cuanto más cercano, más transparente
También ha quedado atrás la época en la que la gente era ignorante y obediente. Esa época en la que no molestaban a sus líderes con exigencias sobre transparencia, eficiencia, democracia y responsabilidad.El progreso tecnológico siempre ha generado turbulencias políticas, en muchas ocasiones a costa de los que están en el poder. Internet, al igual que sucedió con la imprenta, ofrece a las personas acceso a la información y la capacidad de crear y distribuir, con lo que logran derrocar a las clases dirigentes de todos los lugares, no sólo en el mundo árabe.
Por ello los Estados están haciendo lo necesario para satisfacer a un pueblo cada vez más exigente y emancipado: descentralizar. Reino Unido, Alemania, Francia, España, Italia: en las últimas décadas todos han delegado poderes. Cuanto más cercano es el poder, más transparente, eficiente, democrático y responsable.
El tamaño importa
Estamos de acuerdo en que todo lo que tiene una función debe tener un tamaño óptimo. Un bolígrafo puede ser más grande o más pequeño, pero en cualquier caso, debe poder utilizarse.El Estado del bienestar europeo tiene múltiples funciones. Tiene que proteger su territorio del exterior, mantener el Estado de derecho, proporcionar sanidad, educación, cuidar de las carreteras y los bosques y, en mayor o menor grado, distribuir la riqueza.
El problema es que cada una de esas funciones tiene su propio tamaño óptimo y, a medida que el mundo cambia, siguen divergiendo. El resultado no es que el Estado ya no funcione, sino que no funciona bien. Como un bolígrafo tan grande como una escoba o tan pequeño como una astilla: quizás se pueda seguir utilizando, pero no es muy práctico.
Es una tendencia que continuará mientras la tecnología siga progresando. China y otros gigantes emergentes seguirán creciendo; los gobernados seguirán derribando a sus gobernantes. Y llegará un día (¿acaso no ha llegado ya?) en el que los Estados europeos actuales sean más perjudiciales que beneficiosos e interpondrán obstáculos innecesarios entre Bruselas y Barcelona.
¿La “Eurotopía” de Heineken?
Es absurdo, por supuesto. Estamos tan acostumbrados a la división actual del continente que cualquier sugerencia de hacerlo de otro modo se recibe con una sonrisa amable, en el mejor de los casos. Pero ¿realmente es una locura? Demos un paso hacia atrás e intentemos comprender el concepto general.No es una idea tan descabellada, la de los pequeños Estados Unidos de Europa. Tendríamos un Gobierno federal pequeño, elegido directamente y una serie de Gobiernos estatales locales y de tamaño similar, al contrario que en Estados Unidos. Podríamos influir en la escena global y al mismo tiempo decidir a nivel local si queremos permitir o no las corridas de toros o fumar marihuana. Se acabarían muchos de nuestros problemas actuales: el problema de encontrar el equilibrio entre los Estados grandes y los más pequeños, el del Norte que tiene que rescatar al Sur.
Heineken lo denominó "Eurotopía", una combinación de Europa y utopía. Era plenamente consciente del escepticismo que generaría su idea. Pero en situaciones radicales es necesario aplicar medidas radicales. Y tal y como van las cosas, prefiero una utopía a una distopía.
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